"POR EL DERECHO A TRANSITAR EL DOLOR..."


Es duro ver a alguien llorar, sostener a una persona que se siente enfadada con el mundo...es difícil sostener al que está transitando el más duro dolor...

Es duro porque de pequeños no nos permitieron sentirnos mal, llorar, sentir rabia, dolor, enfado...;se enfadaban con nosotros; nos reprimían, nos querían contentos y felices todo el tiempo y no cabía lugar para las rabietas, pues si nos enrabietábamos proseguía un castigo, una amenaza, un chantaje, una humillación…o incluso un “pues ahora vas a llorar pero con motivos..." (qué triste!!), no me gusta generalizar, pero a muchos de nosotros nos criaron así, como pudieron, haciendo lo mejor que sabían…pero así, sin más justificación.

Hay momentos en los que leer ese tipo de  frases bonitas e inspiradoras me hacen reflexionar acerca de la vida, de las personas, de la manera en la que nos comunicamos y fuimos criados...

Frases del tipo que; por muy difícil que nos lo ponga la vida no podemos perder la sonrisa nunca ; No hay que rendirse jamás ; Todo depende de la actitud con la que te tomes las cosas y las dificultades en la vida...etc.
Sí, yo misma seguro que las digo...me incluyo porque yo también formo parte del reflejo de la sociedad y de la represión que hemos mamado, y de la falta de cuerpo materno...

Las personas en general nos sentimos incómodos antes las comúnmente denominadas emociones negativas…Tendemos a querer relativizar las emociones y las cosas que suceden, pienso que a veces demasiado...Relativizar, sanar, perdonar, transcender, transformar, y vivir con amor y sonriéndole a la vida es maravilloso, aunque  también, deberíamos darnos permiso a sentir y transitar la tristeza, el dolor,  la rabia, la ira, la frustración y muchas tantas emociones a las que  hemos denominado como emociones negativas, en el más sentido peyorativo de la expresión, no permitiéndonoslas a nosotros mismos, ni a nuestros hijos y cuánto menos a las personas que nos rodean...

Y cuándo se trata de perder a una hija o un hijo, tan terrible...esto es así, tenemos derecho a venirnos abajo, a estar con mala cara, a no tener dibujada la sonrisa en el rostro,  tenemos y debemos permitir y tolerar que las personas vivan su duelo, que se sientan enfadados con el mundo y que transiten su dolor, su ira, su incomprensión...y que vayan transitando las distintas fases del duelo…No podemos pretender que comprendan y encajen lo ocurrido en meses, e incluso no deberíamos apresurar a la persona que necesite mucho tiempo para transitar su dolor.


  • No deberíamos pretender que tengan buena cara, que nos saluden con una sonrisa.
  • No deberíamos minimizar su dolor ni juzgarlo.
  • No deberíamos ningunear sus emociones…

Nos da miedo y tenemos verdaderas dificultades para sostener y validar esas emociones en otras personas porque ni tan siquiera nos hemos dado el permiso para sentirlas en nosotros mismos…

No las miramos y por lo tanto las negamos y las llenamos de apariencias, distracciones y de corazas...

Pues, si no sabemos que decir, mejor no digamos nada, y no hagamos interpretaciones ni valoraciones fuera de lugar acerca del dolor de los demás, ni sobre lo que creemos que debería ser y menos aún si no nos podemos poner en sus zapatos porque no hemos transitado ese camino.


  • No podemos ni tan siquiera hacernos una idea de lo que puede estar sintiendo..
  • No podemos comprender ni llegar a imaginar…

Sólo podemos admirar, respetar, tender una mirada amiga, una mano tendida, un abrazo, una caricia…y no juzgar, no minimizar, no comparar…

Flaco favor les hacemos a las personas a nuestro alrededor cuando tratamos de hacerlos sentir bien a toda costa, porque encima del peso que sostienen, les añadimos el peso de la culpa por sentirse mal.

Nadie debería pasar por esto, nadie está preparado para vivir algo así.

Brindémosle el respeto y el tiempo que cada alma necesite para transitar la pérdida y el vacío que la pérdida de un hijo deja .

Perdamos el miedo a ofrecer  una caricia al alma...o si nos nace decirles que sí, que es una " GRAN MIERDA", y que tienen derecho a llorar, a sentirse cómo se sienten…y  convertirnos en ese resorte en el que se sientan a salvo transitando sus emociones…

Un abrazo cariñoso,

Lola 

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