"SIN GRITOS NI CASTIGOS"



En muchas ocasiones, como amante de la infancia, me paro a observar las miradas de los niños y lo que me transmiten es, tristeza, inseguridad, miedo, desconcierto...como si su alma estuviera perdida...


Ese sí es un verdadero problema en la infancia, el abandono que sufren los niños. Y el abandono que sufrimos nosotros cuando fuimos niños. 


Muchos niños a la deriva, pasando demasiado tiempo solos, y sin un buen guía que les muestre y alinee el camino, que les enseñe que LA VIDA ES BELLA.

Los padres, cuando nos encontramos con este tipo de panorama, imaginemos que en vez de la palabra MAMA, nos encontrásemos rayones en la pared, más adaptado a la edad del niño por supuesto...


¿ Qué creemos que ocurriría? 

¿ Entraríamos en rabieta nosotros? 

¿Bajo nuestra creencia de adulto nos resulta inadmisible que un crío de 3 años pinte en la pared?

 ¿ Creeríamos que lo está haciendo queriendo?


Y en realidad, no es más que la creatividad intrínseca del niño y el impuso del alma lo que lo lleva a realizar estos actos tan artísticos.

No nos damos cuenta de que montamos con mucha facilidad en cólera, nos enrabietamos y damos paso a la retahíla de gritos, castigos, amenazas, chantajes, y humillaciones varias, llegando incluso en ocasiones a pegar...

No es mi cometido dar lecciones a nadie porque yo misma hace algún tiempo también me vi así reflejada, como una niña sin herramientas, incapaz de controlar mi ira, ni de comprender que me estaba ocurriendo. 

Los niños tienen necesidad de límites y de dirección, por supuesto que sí. Necesitan una estructura, unos marcos para crecer e ir descubriendo el mundo que les rodea con seguridad...No hablamos de que todo vaya a ser un descontrol y que puedan hacer lo que les de la gana en todo momento...No, no me refiero para nada a esto. Poner límites de manera sana, con respeto y controlando sobre todo nuestras emociones, sin juzgar, ni humillar, y para gestionar esto, se hace necesario e imprescindible que estemos disponibles para ellos. Ofrecerles mirada, nos sentemos a su lado, a su altura...dialogar, jugar, llegar a acuerdos y utilizar un lenguaje de acuerdo a su desarrollo evolutivo...


Los niños son colaboradores y generosos cuando se sienten respetados.

Tenidos en cuenta.

Queridos.

Aceptados.


Pero, si los dejamos solos…


¿Qué expectativas tenemos ?

¿Que se comporten como pequeños adultos simplemente porque ya saben hablar?


Sus prematuros cerebros no funcionan como el de los adultos y todos antes de ser padres, también fuimos niños y también fuimos exploradores, intrépidos, creativos...también tuvimos que pasar por esta etapa en la que quisimos y necesitábamos descubrir y tocarlo todo...


¿ Qué nos ocurre, reconocemos a nuestro niño interior, lo validamos, le damos su lugar?

¿ Realmente nos damos permiso a ser niños, y tratar de comprender a nuestros hijos, ponernos en su lugar, a su altura?

¿ Porqué tendemos a querer controlar la situación?

¿ A qué tenemos miedo, a perder el control ? 

¿ Tenemos miedo de nosotros mismos, por nuestra incapacidad para acompañar las explosiones emociones de nuestros hijos?


Hoy en día hay mucha información al alcance de todos. No hay excusas para seguir repitiendo los mismos patrones.

Debemos tomar conciencia de que los niños necesitan;


Tiempo y mirada.

Paciencia y Amor.

Comprensión a sus ritmos.

Respeto y acompañamiento a sus necesidades.


No nos sorprendamos de que ocurran estas cosas, a las que de manera peyorativa nos ha dado por etiquetar como "travesuras". Cuando nos creamos unas expectativas irreales, basada es erróneas creencias con respecto a cómo deberían actuar los niños, es más probable que nos salte el piloto automático de la rabia, la ira, el enfado desmesurado...El dolor se hace palpable, la escasez de recursos y la nula gestión emocional, nuestras propias heridas de la infancia que no han sido reconocidas, y NO, no podemos dar lo que no tuvimos si no somos valientes y humildes para reconocer nuestras propias limitaciones como padres. 

Tantos adultos criando, que padecimos el abandono emocional y afectivo en nuestras infancias.

Tantos adultos repitiendo inconscientemente la misma cadena de abusos. 
Y lo que es mucho peor, justificándolos.

Niños tratados con violencia sutil y no tan sutil, violencia que está integrada y normalizada en la sociedad en la que vivimos. 

A su vez futuros adolescentes, adultos que se convertirán en padres violentos, y así continuamos...generación tras generación, repitiendo la misma violencia.


ROMPE LA CADENA DEL MALTRATO, SI NO PUEDES SOLO, BUSCA AYUDA.


Los niños son seres puros, bondadosos y seres de luz...Para ellos su mundo y su referencia somos sus padres y su necesidad es de jugar y es así cómo aprenden de sí mismos y del mundo que les rodea.

Qué saben ellos de si eso se puede o no hacer, de si eso se puede tocar o no, de si eso está bien, regula o mal...

En ellos no existen los juicios, ni las etiquetas, ni la mala idea, ni entienden de manipulación, ni de querer salirse con la suya siempre, ni nos tienen la vuelta cogida, ni todas esas frases y creencias tan instauradas en nuestra programación y que sencillamente repetimos sin siquiera cuestionarnos.

Y llegados a este punto,


¿ Ya no nos acordamos de lo mal que nos sentíamos cuando nuestros padres nos trataban sin AMOR?

¿Ya no nos acordamos de cuando tuvimos que llorar solos, desconsolados, esperando comprensión que no llegó, esperando que nos validaran nuestras emociones?


Los niños aprenden jugando, sumergiéndose en sus mundos imaginarios y creativos, sin pensar en consecuencias, ni razonamientos, ni si su juego molestará a mamá y a papá...

Sus mentes no son así de racionales como tendemos a creer...Los niños son puro instinto, muy sensoriales, están muy conectados con su mundo emocional, con sus necesidades, y cuándo no obtienen lo que necesitan, al no tener herramientas para el auto control, desatan con esa expresión de sus emociones que se agrava y magnifica cuando no se sientes escuchados ni comprendidos. 

No es fácil, lo sé por experiencia, pero no es imposible, y sí es posible desprogramarnos para conectar con nuestro yo más empático y compasivo, ese que nos permita ponernos en el lugar de nuestros hijos y que nos convierte en un buen guía, en alguien con quien ellos puedan sentirse respetados, queridos y aceptados.

Tratemos de cuidar a nuestros hijos como se merecen, con Respeto y con Amor, escuchándoles, observándoles, prestándoles atención, poniéndonos en su lugar..., acompañándoles sin apresurarles, sin estigmas, despacito y confiando en ellos.


Un abrazo cariñoso,


Lola  

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